La indignación y el miedo se suman al torbellino de sentimientos que tiene devastados a tantos vecinos perjudicados por la tragedia de la Dana, esto debido al comportamiento de muchos que quieren sacar beneficio propio en medio de la desgracia ajena; con saqueos y okupaciones, lo que resulta realmente despreciable.
Durante el día, la solidaridad brilla: en los lugares arrasados por las lluvias, miles de voluntarios y trabajadores ayudan, en la medida de sus posibilidades y con los recursos a su alcance, pero, cuando cae la noche, muchos de los municipios afectados quedan sumidos en la oscuridad porque siguen sin servicio eléctrico.
Situación que es aprovechada por delincuentes para cometer robos en comercios y hasta en viviendas, las condiciones los favorecen.
Hay portales sin cerradura para facilitar las tareas de limpieza, casas que quedaron abiertas como consecuencia de la riada; en fin, todo un paraíso para los inescrupulosos que buscan obtener beneficios a expensas de las víctimas de la Dana.
Esta situación ha obligado a muchos vecinos a tomar medidas de seguridad como poner más cerraduras y echar llave por dentro, incluso algunos vecinos han llegado al extremo de tapiar puertas y ventanas; se trata de blindar sus viviendas ante el ataque de quienes no tienen ningún escrúpulo.
Los temores de los vecinos
El miedo se ha instalado en Alfafar y las demás poblaciones devastadas por la crecida de las aguas.
El temor a ser víctima del pillaje y hasta de la okupación, además de la Dana, se ha extendido entre los vecinos, sobre todo, entre la gente más vulnerable: las personas mayores.
Una vecina cuenta que dos días después de la tragedia provocada por la Dana en la provincia de Valencia, intentaron okupar la vivienda de su madre.
María José comenta que el susto fue tremendo, su sobrina estaba descansando cuando una persona le dio un golpe a la puerta y entró a la casa (la furia del agua hizo que la madera de las puertas se hinchara por lo que no cierran bien).
Desde lo ocurrido, María José sale a patrullar todos los días a las 6 am. Asegura que, aunque hay mucha ayuda, se necesita mayor presencia de las autoridades. Ella nunca se ha encontrado con un policía cuando hace su ronda.
Vecina de Alfafar cuenta su terrible experiencia después de la Dana
Miriam, una vecina de Alfafar, cuenta cómo pasó cuatro días durmiendo en una tienda de campaña al frente de su piso, armada con un cuchillo por miedo a ser atracada.
Los saqueos y okupaciones son el día a día, “no les importa que haya gente en las casas, niños, ancianos, se llevan todo lo que pillan”, comenta indignada.
Afirma que, “la Policía no puede hacer nada y por eso estos pueblos se han convertido en el paraíso de la chusma”.
Durante el día los vecinos se dedican a limpiar, pero la noche llega con el miedo porque las calles están mal iluminadas, así que los delincuentes aprovechan para meterse en las casas, sobre todo, en los pisos bajos donde algunas puertas no se pueden cerrar porque la humedad ha hinchado la madera.
Jordi, otro vecino de la zona, comenta que lo han robado dos veces “lo poquito que teníamos, cuatro cosas que pudimos salvar de la riada, se las llevaron”.
Okupan, roban y desvalijan, por eso en muchos negocios tapiaron puertas y ventanas.
Dice que, deben esperar entre dos y tres meses para poder vivir en sus viviendas otra vez, la humedad debe secarse y tiene que desaparecer el moho, entonces, él se pregunta ¿Y qué hacemos mientras tanto?
La situación es incierta, se necesitará tiempo y trabajo para recuperar las zonas afectadas y las autoridades pertinentes para realizar los desahucios que desafortunadamente ocurran.